Descripción:
A nivel facial, el envejecimiento determina una reducción de volúmenes y de consistencia de los tejidos, lo cual determina una caída (ptosis) de éstos por acción de la gravedad, y la consiguiente aparición de alteraciones estéticas. El tejido óseo del cráneo involuciona disminuyendo su volumen. De este modo se reducen las superficies de apoyo de los tejidos blandos que revisten el hueso, con el consiguiente “relativo” desequilibrio entre contenido y continente, lo cual determina descolgamiento de aquellos. El tejido muscular también involuciona, aunque este proceso no es el más determinante. El tejido adiposo pierde su consistencia y su volumen con un efecto de vaciado del rostro; se produce un deslizamiento hacia abajo y adelante del tejido cutáneo que está por encima de la zona afectada. Finalmente también la dermis pierde su turgencia, sea por pérdida de agua o por desestructuración de la matriz intercelular.
Por: Maurizio Ceccarelli, J. Víctor García